La mujer Inca según el cronista Guaman Poma de Ayala (siglos XVI al XVII) Destacado

  15 11 2016

Rodrigo Alvez (Estudiante)

2do año de Historia

CERP del Litoral 

Introducción

La Historiografía latinoamericana siempre ha recurrido para el estudio de las mujeres prehispánicas, a documentos elaborados en dicho período, como las crónicas. Tal es el caso de la redactada por Felipe Guamán Poma de Ayala  hacia el año 1615, la que titula Nueva Crónica y Buen Gobierno . 

En este trabajo se opta por dar más peso al carácter descriptivo, etnográfico y al sustento iconográfico de la obra de Guamán Poma, y no tanto a la fidelidad histórica de la misma, la que es cuestionada, por ejemplo, por Franklin Pease y María Rostworowski, dos importantes representantes de la etnografía de Perú.

En primer término, se pretende mostrar brevemente la mirada de este cronista sobre las mujeres prehispánicas, la sociedad con la que convivía, y a la que describió Poma de Ayala. Pero especialmente se intentará mostrar el retrato hecho por Guamán Poma sobre la mujer incaica. 

Marco teórico

Guamán Poma de Ayala por ser un mestizo, estuvo marcado por influencias de la cultura española pero especialmente por la cultura andina, de la región incaica.

Cuando Poma de Ayala describe la realidad del Tahuantinsuyo, y a las mujeres de los Incas que allí vivieron, lo hace con una impronta particular, con una mirada mixta sobre la mujer incaica, denotándose en sus definiciones un ideal de las mujeres “Coyas” que se mezcla con el ideal de mujer europea. 

Los ideales de Europa durante el siglo XVI estuvieron marcados por la corriente del Humanismo y los sucesos de la Contrarreforma. Sobre ello Rina Walthaus expresa que estos sucesos “suscitaron una necesidad de redefinir a la mujer y su lugar en la sociedad…” . Con estos antecedentes observa, que en las primeras etapas de la época Moderna se consolida con mayor rigidez la marginación de la mujer, recluyéndola a lo doméstico que es donde tiene su esfera de influencia social, junto a su casa y su familia.

El rol social de la mujer estaba ejercido mediante su función de hija, madre y esposa, su función económica a través práctica de la administración doméstica y su función pública a través del hombre como sujeto autónomo que domina el sistema patriarcal.

Rina Walthaus se refiere al dictamen impuesto por San Pablo, comenta a partir de allí se enquistó etiquetas que ningunearon a la mujer europea, lo que fue repetido y compartido por muchos, elaborándose así una historia oficial, hecha por hombres, marginando a las mujeres de los sucesos sobresalientes. Pero aclara que entonces será en ese lugar que habrá que buscar los actos trascendentes de las mujeres medievales, en esa oscuridad y marginación social es que se encontrarán las huellas incuestionables de la presencia histórica femenina.

Sobre el trabajo que hace María Jesús Lacarra en relación a la imagen de la mujer sabia en la literatura medieval, a pesar de las ideas vigentes de la incapacidad intelectual de la mujer; comenta, que allí se demuestra y observa un “consenso general sobre la concepción del matrimonio como el cauce legítimo de la sexualidad de hombre y de mujer, y siendo la procreación su objetivo principal…” .

Carlos Gonzáles Vargas analiza la obra de Guamán Poma de Ayala, especialmente interroga e investiga las láminas que el autor mestizo elaboró. González va señalando por ejemplo en las láminas, a qué escena remiten, cuál figura interviene, en qué lugar, pero además señala los elementos que a primera vista no se perciben pero que adquieren notoriedad en la escena. Así lo expresa analizando la lámina número 339 que aparece inserta en Nueva Corónica y Buen Gobierno:

“La lámina remite a la escena de la crucifixión de Cristo en el Monte Calvario, en el momento que encomienda a su discípulo San Juan, que cuide a su madre María. La figura de Cristo, con rostro resplandeciente, ocupa el eje central de la lámina…” . 

Gonzáles señala que Guamán Poma de Ayala pone de manifiesto muchos aspectos del dogma católico, el que aprendió de su hermano Martín de Ayala y de los sacerdotes españoles, como también de la leyenda cristiana. 

La influencia católica occidental se ve plasmada en la obra, principalmente por el cometido que tiene el autor con la misma, informar a Felipe III sobre la situación de la región andina. Además, dar parte sobre la situación del clero misionero cristiano, en Ayala se nota una clara expresión a favor de las visitas eclesiásticas para reformar el clero y terminar con las prácticas rituales tradicionales andinas, que consideraba idolátricas porque era un católico convencido.

Felipe Guamán Poma de Ayala

Sobre el autor, la historiografía nos dice que fue escritor andino, el que pretendía en el siglo XVII escribir al rey de España Felipe III, sobre los abusos cometidos por ciertos funcionarios españoles en suelo incaico.

A ciencia cierta no se sabe la fecha de su nacimiento, pero se estima que fue en el año 1534 en Ayacucho y que falleció en Lima en 1615. La obra según se interpreta al analizar su biografía, la escribió siendo un hombre maduro, luego de haber vivenciado y recogido vastas experiencias en la región andina, las que retrata posteriormente en su obra.

Obra

Es una obra extraordinaria de la literatura latinoamericana, en la que excepcionalmente se da una mixtura y coexistencia de lenguas como el español, quechua, latín, aymara, en donde además las palabras están combinadas con la iconografía, las imágenes, el dibujo. Sobre ello la escritora Mercedes Lopez – Beralt expresa:

“El intenso mestizaje lingüístico, genérico y discursivo de esta singular crónica propone una etnografía del mundo andino prehispánico, una narración de los hechos y la conquista del Perú, la denuncia de los abusos del régimen colonial, y a la vez un programa político para la buena administración del virreinato”. 

Una hechicera y el primer inca

En general Guaman Poma les concede a las mujeres de los Incas cierto poder, lo podemos apreciar cuando expresa que el primero de ellos descendía del Sol y de una hechicera:

“La primera coya, llamada Mama Uaco fue muy hermosa y morena de todo el cuerpo y de buen talle. Dicen que fue gran hechicera, según cuenta su vida e historia que hablaba de los demonios, esta dicha señora hacía hablar a las piedras, y peñas ídolos guacas. De esta señora comenzaron a salir reyes Ingas y dicen que a ella no le fue conocido su padre ni de su hijo Mango Capac Inga, sino que dijo que era hijo del sol y de la luna y se casó con su hijo primero Mango Capa Inga; para se casar dicen que pidió a su padre el sol dote, y le dio dote, y se casaron madre e hijo. Dicen que murió en el Cuzco con edad de doscientos años en el tiempo de su hijo Roca Inga y tuvo muchos hijos bastardos de su marido con auquiconas y ñustaconas. Y esta señora dejo la ley del demonio muy entablado a todos sus hijos, nietos y descendientes” . 

Guamán Poma confirma la utilización de fuentes orales cuando expresa “dicen”, incorporando a esta investigación la tradición de este tipo de testimonios. 

La “Coya” mujer y hermana del inca, hija del sol (inti) y de la luna (quilla), en este caso la primera, Mama Uaco, fue la encargada del origen de la tradición Inca, junto al Sol.

Las mujeres de los Incas  

Guamán Poma no hace referencia a las mujeres de los pueblos o de la región andina en general, sino que su obra respecto a las mujeres, se centra en el caso de las Coyas, las esposas principales de los Incas, pero no en las secundarias, recordando que la clase dominante Incaica practicó la poligamia. Los Incas tenían hijos con las dos mujeres, la principal y la secundaria, pero los hijos de las segundas mujeres eran considerados “bastardos”.

Ayala a pesar de ser descendiente de dos etnias andinas en su descripción durante la crónica, pero especialmente en la de las Coyas se expresa tanto a través del lenguaje europeo como el andino, debido a la influencia que recibió en su infancia. 

Luego de nombrar y describir a la primer Coya Mama Uaco, Guamán Poma sigue la crónica en relación a las Coyas, con la segunda, llamada Chimbo Urma Coya.

“Fue casada con Sinchi Roca Inga, y con alegre cara gobernaba a sus vasallos y les regalaba, y muy querida de su marido. Y murió con ochenta años en el Cuzco y dejo infantes hijos (…) En su tiempo de su marido y de ella nació Nuestro Señor Jesucristo y murió y resucitó y subió a los cielos y fue enviado el Espíritu Santo y se repartió a todo el mundo los apóstoles y así vino San Bartolomé a este Reino de las Indias en este tiempo de Chinbo Urna” .

Además de describir la atención que le dedicaba a sus hijos y marido, el que la quería mucho, Guamán expresa que era “hermosa, exquisita”.

La tercera Coya, Mama Cora Ocllo Coya la describe como muy linda pero avarienta:

“Esta mujer avarienta de pocas cosas lloraba: no estaba bien con sus vasallos y de ello no le hacía tanto caso los señores y principales grandes; de todas las riquezas y comidas mandaba encerrar en el depósito, allí se pudría y se acababa. Como era tan triste de corazón comía maíz crudo. Fue casada con Lloque Yupanqui Inga y así tuvo infantes hijos (…) con ellos tuvo otros infantes los cuales sus hermanos ellos los mataron por quedarse en el reino solo su marido; y por mandado de su marido esta señora hacia muy grandes daños” .

En la descripción de Guamán Poma sobre esta tercera Coya se ve con la naturalidad que toma el casamiento entre hermanos, como un hecho de tradición cultural. Mama Cora Ocllo Coya y con Lloque Yupanqui Inga eran hijos de Chimbu Urma Coya.

Sobre la cuarta Coya expresa Poma:

“La cuarta coya Chinbo Mama Yachi, reyna coya, fue algo fea y monera y bizarra, amiga de salir a la vista de otras señoras principales, y holgarse con música, fue mujer de Mayta Capac Inga; esta mujer dicen que siempre hurtaba hacienda de su marido para darle de comer a viejas y viejos y a los pobres (…) dejó en su testamento todo por heredera a su madre Mama Cora Ocllo” .

Seguramente Chimbo Mama no fue una Coya con las características “deseables”, al menos desde la visión de quienes le transmitieron oralmente a Poma sobre esta esposa Inca.

La quinta Coya Chimbo Mama Caua, continuó con la tradición cultural de casarse con su hermano como lo describe Guamán Poma, pero “(…) después de haberse casado le dio el mal de corazón y no podía gobernar la tierra y así dicen que el dicho de su marido Yupanqui pidió otra mujer al Sol su padre para casar y gobernar su reino”.

Sobre la sexta Coya Ayala describe:

“Gran señora y gobernadora fue casada con Inga Roca. Y por esta señora fue respetado grandemente su marido por los señores grandes de este reino y tuvo infantes (…) se murió a edad de ciento y veinte años y dejo mucha riqueza; repartió en tres partes en el testamento; lo primero para el sol, lo segundo para la luna y lo tercero para sus hijos” .

Inga fue una mujer respetada, aclamada, por el estado del Tahuantinsuyu. Dejó una herencia material pero especialmente la de sus infantes.

Como así también lo hizo Ipa Guaco Mama Machi Coya, la séptima Coya, a la que Guamán describe así: 

“Ipa Guaco Mama Machi Coya casada con Yuar Uacac Inaga. Volvia mucho por los hombres y quería mal a las mujeres, tuvo infantes hijos (…) y dejo al Sol en su testamento por heredero de todos sus bienes que había” .

La octava Coya según Guamán Poma de Ayala es Mama Yunto Cayan Coya, quien estuvo casada y tuvo hijos, entre ellas a Mama Anauarque Coya, quien se convirtió en la novena Coya a quien se le atribuyen muchos vicios según Ayala, como el de beber y de comer mucho.

Mama Ocllo Coya la décima coya es citada y elogiada por Ayala por ser la madre del último Inca:

“y se cubrió todo de luto cuando murió su marido en tiempo de la conquista de los cristianos. Y no se escribe de su hijo ni hija, ni lo había legítimos ni bastardos, y así en este rey y reina, Inga, Coya, se acabaron los reyes Ingas” .

Concluye Guamán Poma:

“No os espantéis mujeres, el primer pecado fue cometido por una mujer, Eva que quebrantó el mandamiento de Dios, y así el primer idolatra fue mujer y sirvió a los demonios” .

A través de la detallada descripción que hace de las doce mujeres de los Incas, se deja ver la historia de la cultura Inca, desde allí, también, se desprenden la tradicional asociación simbólica entre pecado y mujer y el simbolismo cristiano que tanto exalta Guamán Poma.

Influencia europea en Guamán poma de Ayala

Quizás lo más interesante de la obra sea la analogía que hace del origen del mundo andino y las especies con los relatos bíblicos de los colonizadores.

La crónica que escribe Poma de Ayala está plagada de ambigüedad, lo que define una falta de identidad, no siendo mestizo, pero tampoco español, sino como él se describe descendiente de dos culturas andinas, la de los Incas y la de los Malqui.

La catequización recibida lo impactó e influenció, desde el lenguaje utilizado para describir a las Coyas, a pesar de que sus juicios son más neutrales que los emitidos críticamente hacia los Incas varones.

Es evidente también que en pasajes de las descripciones sobre las mujeres de los Incas a veces intenta valorar la cultura Inca, pero otras veces la crítica. Incluso exalta lo positivo de los españoles con su llegada, como su cultura y su catequización. Porque Guamán Poma era cristiano y opositor de las idolatrías incas.

Poma de Ayala como muchos otros cronistas de la época fue unánime al escribir con términos europeos, sobre el Tahuantinsuyo, su cultura y las mujeres Incas. Utilizando palabras como: testamento, imperio, reino, infantes, casar, casamiento, mandamiento, pecado, legitimo, señor, Jesucristo, apóstoles.

La iconografía representada por el autor en las láminas de las Coyas, está impactada de igual forma que el lenguaje por la influencia española, incluido el lenguaje expuesto a pie de cada lámina.  

En cada una de las láminas que dibuja Poma de Ayala hay representados principios de lateralidad y de relación entro lo de arriba y lo de abajo, definida según la jerarquización andina pero también la católica europea, la que Guamán Poma no olvida. El eje vertical entre lo masculino y lo femenino está siempre presente, así como el eje horizontal que divide el mundo terrenal del divino.

Reflexión

Este autor ilustra el ambiguo universo andino, regado de infidelidades, traiciones, idolatrías, bastardías. Muchas de sus conclusiones sobre estas cuestiones las expone en extraordinarias láminas, dibujos, de un valor histórico incomparable.

Más allá de cuestiones de precisión histórica el legado de Guamán Poma sobre la mujer incaica es interesante, permite ver el universo femenino del Tahuantinsuyu desde las crónicas y nos da la posibilidad de descubrir una rica experiencia histórica.

 

La Historiografía latinoamericana siempre ha recurrido para el estudio de las mujeres prehispánicas, a documentos elaborados en dicho período, como las crónicas. Tal es el caso de la redactada por Felipe Guamán Poma de Ayala  hacía (no lleva tilde en este caso) el año 1615, la que titula Nueva Crónica y Buen Gobierno . 

En este trabajo se opta por dar más peso a el (no se escribe a+el sino al, en español) carácter descriptivo, etnográfico y al sustento iconográfico de la obra de Guamán Poma, y no (no tanto, porque no es que no le vas a dar importancia) a la fidelidad histórica de la misma, la que es cuestionada, por ejemplo, por Franklin Pease y María Rostworowski, dos importantes representantes de la etnografía de Perú.

En primer término, se pretende mostrar brevemente la mirada de este cronista sobre las mujeres prehispánicas, la sociedad con la que convivía, y a la que describió Poma de Ayala. Pero especialmente se intentará mostrar el retrato hecho por Guamán Poma sobre la mujer incaica. 

Marco teórico

Guamán Poma de Ayala por ser un mestizo, estuvo marcado por influencias de la cultura española pero especialmente por la cultura andina, de la región incaica.

Cuando Poma de Ayala describe la realidad del Tahuantinsuyo, y a las mujeres de los Incas que allí vivieron, lo hace con una impronta particular, con una mirada mixta sobre la mujer incaica, denotándose en sus definiciones un ideal de las mujeres “Coyas” que se mezcla con el ideal de mujer europea. 

Los ideales de Europa durante el siglo XVI estuvieron marcados por la corriente del Humanismo y los sucesos de la Contrarreforma. Sobre ello Rina Walthaus expresa que estos sucesos “suscitaron una necesidad de redefinir a la mujer y su lugar en la sociedad…” . Con estos antecedentes observa, que en las primeras etapas de la época Moderna se consolida con mayor rigidez la marginación de la mujer, recluyéndola a lo doméstico que es donde tiene su esfera de influencia social, junto a su casa y su familia.

El rol social de la mujer estaba ejercido mediante su función de hija, madre y esposa, su función económica a través práctica de la administración doméstica y su función pública a través del hombre como sujeto autónomo que domina el sistema patriarcal.

Rina Walthaus se refiere al dictamen impuesto por San Pablo, comenta que partir de allí (a partir de allí) se enquistó etiquetas que ningunearon a la mujer europea, lo que fue repetido y compartido por muchos, elaborándose así una historia oficial, hecha por hombres, marginando a las mujeres de los sucesos sobresalientes. Pero aclara que entonces será en ese lugar que habrá que buscar los actos trascendentes de las mujeres medievales, en esa oscuridad y marginación social es que se encontrarán las huellas incuestionables de la presencia histórica femenina.

Sobre el trabajo que hace María Jesús Lacarra en relación a la imagen de la mujer sabia en la literatura medieval, a pesar de las ideas vigentes de la incapacidad intelectual de la mujer; comenta, que allí se demuestra y observa un “consenso general sobre la concepción del matrimonio como el cauce legítimo de la sexualidad de hombre y de mujer, y siendo la procreación su objetivo principal…” .

Carlos Gonzáles Vargas analiza la obra de Guamán Poma de Ayala, especialmente interroga e investiga las láminas que el autor mestizo elaboró. González va señalando por ejemplo en las láminas, a qué escena remiten, cuál figura interviene, en qué lugar, pero además señala los elementos que a primera vista no se perciben pero que adquieren notoriedad en la escena. Así lo expresa analizando la lámina número 339 que aparece inserta en Nueva Corónica y Buen Gobierno:

“La lámina remite a la escena de la crucifixión de Cristo en el Monte Calvario, en el momento que encomienda a su discípulo San Juan, que cuide a su madre María. La figura de Cristo, con rostro resplandeciente, ocupa el eje central de la lámina…” . (Le puse sangría)

Gonzáles señala que Guamán Poma de Ayala pone de manifiesto muchos aspectos del dogma católico, el que aprendió de su hermano Martín de Ayala y de los sacerdotes españoles, como también de la leyenda cristiana. 

La influencia católica occidental se ve plasmada en la obra, principalmente por el cometido que tiene el autor con la obra (con la misma, para no repetir), informar a Felipe III sobre la situación de la región andina. Además, dar parte sobre la situación del clero misionero cristiano, en Ayala se nota una clara expresión a favor de las visitas eclesiásticas para reformar el clero y terminar con las prácticas rituales tradicionales andinas. (que consideraba idolátricas porque era un católico convencido)

Felipe Guamán Poma de Ayala

Sobre el autor, la historiografía nos dice que fue escritor andino, el que pretendía en el siglo XVII escribir al rey de España Felipe III, sobre los abusos cometidos por ciertos funcionarios españoles en suelo incaico.

A ciencia cierta no se sabe la fecha de su nacimiento, pero se estima que fue en el año 1534 en Ayacucho y que falleció en Lima en 1615. La obra según se interpreta al analizar su biografía, la escribió siendo un hombre maduro, luego de haber vivenciado y recogido vastas experiencias en la región andina, las que retrata posteriormente en su obra.

Obra

Es una obra extraordinaria de la literatura latinoamericana, en la que excepcionalmente se da una mixtura y coexistencia de lenguas como el español, quechua, latín, aymara, en donde además las palabras están combinadas con la iconografía, las imágenes, el dibujo. Sobre ello la escritora Mercedes Lopez – Beralt expresa:

“El intenso mestizaje lingüístico, genérico y discursivo de esta singular crónica propone una etnografía del mundo andino prehispánico, una narración de los hechos y la conquista del Perú, la denuncia de los abusos del régimen colonial, y a la vez un programa político para la buena administración del virreinato”  . 

Una hechicera y el primer inca

En general Guaman Poma les concede a las mujeres de los Incas cierto poder, lo podemos apreciar cuando expresa que el primero de ellos descendía del Sol y de una hechicera:

“La primera coya, llamada Mama Uaco fue muy hermosa y morena de todo el cuerpo y de buen talle. Dicen que fue gran hechicera, según cuenta su vida e historia que hablaba de los demonios, esta dicha señora hacía hablar a las piedras, y peñas ídolos guacas. De esta señora comenzaron a salir reyes Ingas y dicen que a ella no le fue conocido su padre ni de su hijo Mango Capac Inga, sino que dijo que era hijo del sol y de la luna y se casó con su hijo primero Mango Capa Inga; para se casar dicen que pidió a su padre el sol dote, y le dio dote, y se casaron madre e hijo. Dicen que murió en el Cuzco con edad de doscientos años en el tiempo de su hijo Roca Inga y tuvo muchos hijos bastardos de su marido con auquiconas y ñustaconas. Y esta señora dejo la ley del demonio muy entablado a todos sus hijos, nietos y descendientes”  . 

Guamán Poma confirma la utilización de fuentes orales cuando expresa “dicen”, incorporando a esta investigación la tradición de este tipo de testimonios. 

La “Coya” mujer y hermana del inca, hija del sol (inti) y de la luna (quilla), en este caso la primera, Mama Uaco, fue la encargada del origen de la tradición Inca, junto al Sol.

Las mujeres de los Incas  

Guamán Poma no hace referencia a las mujeres de los pueblos o de la región andina en general, sino que su obra respecto a las mujeres, se centra en el caso de las Coyas, las esposas principales de los Incas, pero no en las secundarias, recordando que la clase dominante Incaica practicó la poligamia. Los Incas tenían hijos con las dos mujeres, la principal y la secundaria, pero los hijos de las segundas mujeres eran considerados “bastardos”.

Ayala a pesar de ser descendiente de dos etnias andinas en su descripción durante la crónica, pero especialmente en la de las Coyas se expresa tanto a través del lenguaje europeo como el andino, debido a la influencia que recibió en su infancia. 

Luego de nombrar y describir a la primer Coya Mama Uaco, Guamán Poma sigue la crónica en relación a las Coyas, con la segunda, llamada Chimbo Urma Coya.

“Fue casada con Sinchi Roca Inga, y con alegre cara gobernaba a sus vasallos y les regalaba, y muy querida de su marido. Y murió con ochenta años en el Cuzco y dejo infantes hijos (…) En su tiempo de su marido y de ella nació Nuestro Señor Jesucristo y murió y resucitó y subió a los cielos y fue enviado el Espíritu Santo y se repartió a todo el mundo los apóstoles y así vino San Bartolomé a este Reino de las Indias en este tiempo de Chinbo Urna” .

Además de describir la atención que le dedicaba a sus hijos y marido, el que la quería mucho, Guamán expresa que era “hermosa, exquisita”.

La tercera Coya, Mama Cora Ocllo Coya la describe como muy linda pero avarienta:

“Esta mujer avarienta de pocas cosas lloraba: no estaba bien con sus vasallos y de ello no le hacía tanto caso los señores y principales grandes; de todas las riquezas y comidas mandaba encerrar en el depósito, allí se pudría y se acababa. Como era tan triste de corazón comía maíz crudo. Fue casada con Lloque Yupanqui Inga y así tuvo infantes hijos (…) con ellos tuvo otros infantes los cuales sus hermanos ellos los mataron por quedarse en el reino solo su marido; y por mandado de su marido esta señora hacia muy grandes daños” .

En la descripción de Guamán Poma sobre esta tercera Coya se ve con la naturalidad que toma el casamiento entre hermanos, como un hecho de tradición cultural. Mama Cora Ocllo Coya y con Lloque Yupanqui Inga eran hijos de Chimbu Urma Coya.

Sobre la cuarta Coya expresa Poma:

“La cuarta coya Chinbo Mama Yachi, reyna coya, fue algo fea y monera y bizarra, amiga de salir a la vista de otras señoras principales, y holgarse con música, fue mujer de Mayta Capac Inga; esta mujer dicen que siempre hurtaba hacienda de su marido para darle de comer a viejas y viejos y a los pobres (…) dejó en su testamento todo por heredera a su madre Mama Cora Ocllo” .

Seguramente Chimbo Mama no fue una Coya con las características “deseables”, al menos desde la visión de quienes le transmitieron oralmente a Poma sobre esta esposa Inca.

La quinta Coya Chimbo Mama Caua, continuó con la tradición cultural de casarse con su hermano como lo describe Guamán Poma, pero “(…) después de haberse casado le dio el mal de corazón y no podía gobernar la tierra y así dicen que el dicho de su marido Yupanqui pidió otra mujer al Sol su padre para casar y gobernar su reino”.

Sobre la sexta Coya Ayala describe:

“Gran señora y gobernadora fue casada con Inga Roca. Y por esta señora fue respetado grandemente su marido por los señores grandes de este reino y tuvo infantes (…) se murió a edad de ciento y veinte años y dejo mucha riqueza; repartió en tres partes en el testamento; lo primero para el sol, lo segundo para la luna y lo tercero para sus hijos” .

Inga fue una mujer respetada, aclamada, por el estado del Tahuantinsuyu. Dejó una herencia material pero especialmente la de sus infantes.

Como así también lo hizo Ipa Guaco Mama Machi Coya, la séptima Coya, a la que Guamán describe así: 

“Ipa Guaco Mama Machi Coya casada con Yuar Uacac Inaga. Volvia mucho por los hombres y quería mal a las mujeres, tuvo infantes hijos (…) y dejo al Sol en su testamento por heredero de todos sus bienes que había” .

La octava Coya según Guamán Poma de Ayala es Mama Yunto Cayan Coya, quien estuvo casada y tuvo hijos, entre ellas a Mama Anauarque Coya, quien se convirtió en la novena Coya a quien se le atribuyen muchos vicios según Ayala, como el de beber y de comer mucho.

Mama Ocllo Coya la décima coya es citada y elogiada por Ayala por ser la madre del último Inca:

“y se cubrió todo de luto cuando murió su marido en tiempo de la conquista de los cristianos. Y no se escribe de su hijo ni hija, ni lo había legítimos ni bastardos, y así en este rey y reina, Inga, Coya, se acabaron los reyes Ingas” .

Concluye Guamán Poma:

“No os espantéis mujeres, el primer pecado fue cometido por una mujer, Eva que quebrantó el mandamiento de Dios, y así el primer idolatra fue mujer y sirvió a los demonios” .

A través de la detallada descripción que hace de las doce mujeres de los Incas, se deja ver la historia de la cultura Inca, desde allí, también, se desprenden la tradicional asociación simbólica entre pecado y mujer y el simbolismo cristiano que tanto exalta Guamán Poma.

Influencia europea en Guamán poma de Ayala

Quizás lo más interesante de la obra sea la analogía que hace del origen del mundo andino y las especies con los relatos bíblicos de los colonizadores.

La crónica que escribe Poma de Ayala está plagada de ambigüedad, lo que define una falta de identidad, no siendo mestizo, pero tampoco español, sino como él se describe descendiente de dos culturas andinas, la de los Incas y la de los Malqui.

La catequización recibida lo impactó e influenció, desde el lenguaje utilizado para describir a las Coyas, a pesar de que sus juicios son más neutrales que los emitidos críticamente hacia los Incas varones.

Es evidente también que en pasajes de las descripciones sobre las mujeres de los Incas a veces intenta valorar la cultura Inca, pero otras veces la crítica. Incluso exalta lo positivo de los españoles con su llegada, como su cultura y su catequización. Porque Guamán Poma era cristiano y opositor de las idolatrías incas.

Poma de Ayala como muchos otros cronistas de la época fue unánime al escribir con términos europeos, sobre el Tahuantinsuyo, su cultura y las mujeres Incas. Utilizando palabras como: testamento, imperio, reino, infantes, casar, casamiento, mandamiento, pecado, legitimo, señor, Jesucristo, apóstoles.

La iconografía representada por el autor en las láminas de las Coyas, está impactada de igual forma que el lenguaje por la influencia española, incluido el lenguaje expuesto a pie de cada lámina.  

En cada una de las láminas que dibuja Poma de Ayala hay representados principios de lateralidad y de relación entro lo de arriba y lo de abajo, definida según la jerarquización andina pero también la católica europea, la que Guamán Poma no olvida. El eje vertical entre lo masculino y lo femenino está siempre presente, así como el eje horizontal que divide el mundo terrenal del divino.

Reflexión

Este autor ilustra el ambiguo universo andino, regado de infidelidades, traiciones, idolatrías, bastardías. Muchas de sus conclusiones sobre estas cuestiones las expone en extraordinarias láminas, dibujos, de un valor histórico incomparable.

Más allá de cuestiones de precisión histórica el legado de Guamán Poma sobre la mujer incaica es interesante, permite ver el universo femenino del Tahuantinsuyu desde las crónicas y nos da la posibilidad de descubrir una rica experiencia histórica.

Bibliografía

Ayala, F, Nueva Coronica y Buen Gobierno. http://www.latinamericanstudies.org/incas/Nueva_coronica_2.pdf

PASADO Y PRESENTE DE LA RUTA DE LA PLATA 7 DE JUNIO DE 2016.doc 

Guardia, S, (2002), Historia de las mujeres en América Latina, Murcia, España, CEMHAL.

Encuentro, Ministerio de Educación de la Nación, (tijobrae), (Publicado el 12 dic. 2013), Explora América Latina - Cap 3 y 4 - Historia de las mujeres en Latinoamérica, Ciudades de Latinoamé. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=4oPuZRZqSo8

López-Baralt, Mercedes, (1994), Guamán Poma, autor y artista, Lima, Perú, PUCP-Fondo Editorial.

https://www.google.com.uy/search?q=laminas+de+coyas+de+guaman+poma+analisis&biw=1309&bih=722&source

 

 

 

 

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